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La mayoría de las infracciones de los menores en la red se hace desde casa

El robo de claves de correo electrónico, la usurpación de identidad en el messenger, colgar imágenes de terceros sin su consentimiento en los portales de las redes sociales o incluso crear perfiles de otros sin su permiso son algunas de las conductas cada vez más habituales de los menores en la red. Este comportamiento puede costar la cárcel. Por ejemplo, el robo de claves está penado con hasta cuatro años de prisión; la usurpación de la identidad en el messenger puede costar otros tres años de cárcel, a los que se suma una hipotética condena por injurias o amenazas.

Los colegios, sobre todo los denominados TIC, están medianamente alertados de estos riesgos. Ayer, más de un centenar de coordinadores TIC acudieron a una jornada formativa organizada por la Sección de Delitos Tecnológicos de la Fiscalía de Málaga, en colaboración con la Delegación de Educación y la Policía Nacional. Entre esta multitud estaba Francisco Jesús Martínez, responsable TIC del colegio Salvador Rueda, quien incluso considera una «ventaja social» que estos comportamientos sucedan y se detecten en la escuela «porque se pueden abordar y resolver y es una oportunidad pedagógica para todos».

Sin embargo, todos los indicios apuntan que estas conductas tienen lugar sobre todo en la casa, en la que los menores tienen acceso sin control a ordenadores. La pelota, por tanto, no sólo está en la escuela, sino también en el domicilio familiar donde los padres, en la mayoría de los casos al borde del analfabetismo tecnológico son responsables de una generación sobrada en conocimientos digitales pero no demasiado consciente de sus consecuencias. Por ejemplo, es frecuente que ignoren que «internet deja rastro», es decir que los contenidos que por ejemplo se depositan en una red social pueden ser extraídos y manipulados.

Fernández-Llebrez equiparó las imágenes que se cuelgan en redes sociales como Facebook, Tuenti o Twitter con «pegar fotos personales en una farola». Los chicos suelen ser candorosos y creer a pie juntillas en la identidad de sus interlocutores en los chat. Además, son usuarios activos de los programas P2P como el emule. «Se descargan contenidos que dejan en carpetas que tardan semanas en abrir. En muchas ocasiones esos ficheros ocultan pornografía», alertó ayer el jefe del grupo de Delitos Tecnológicos de la Policía Nacional, Antonio Domínguez. Desconocer el contenido no exime de la responsabilidad penal.

Desde este inspector policial, hasta el fiscal de Delitos Tecnológicos, Jacobo Fernández-Llebrez, y el delegado de Educación, Antonio Escámez fueron unánimes al señalar que una medida tan eficaz como simple para detectar que los menores incurran en conductas delictivas o sean víctimas de ellas reside, simplemente, en impedir que tengan el ordenador en su dormitorio. En su opinión, debe de estar en una habitación común.

Otra fórmula eficaz es instalar filtros que impidan el acceso a determinadas páginas. Incluso el fiscal Fernández-Llébrez llegó a relacionar la irresponsabilidad paterna por no disponer de estas barreras con «ir con el niño de la mano por los prostíbulos de la ciudad».

Los responsables de la Fiscalía y de la Policía animaron a los profesores a ayudar a los padres a evitar que los menores sean sujetos activos o pasivos de la delincuencia cibernética mediante actitudes que tampoco exigen un gran conocimiento de las nuevas tecnologías. Apostaron por estar al tanto de las relaciones personales de los menores, aunque con la prevención de que siempre prima el derecho a la intimidad sobre el de la educación. Ya ha habido chicos que han denunciado a sus padres por controlar sus conversaciones y han perdido.

Fuente: malagahoy.es

El control en Internet empieza con la educación y sigue con el software

«Algunos padres piensan que el ordenador es una televisión y dejan al niño solo y no se dan cuenta de que él no se puede autoeducar», señala Mar Monsoriu, autora del libro Técnicas de Hacker para padres.

La clave se encuentra en que los padres se ocupen de la educación de sus hijos también en el entorno de las nuevas tecnologías, igual que cuando se tratan otros asuntos cotidianos.

Software, la última opción

«Si no se les controla ni se les da ninguna directriz, tenderán a meterse en líos por pura y dura ignorancia», sostiene la experta. Sólo ve útiles los programas de control horario porque «los chicos dedican un tiempo extraordinario a los videojuegos«. Con estos, los progenitores pueden asegurarse de que los niños usen el ordenador sólo cuando ellos estén en casa y que por las noches permanezca apagado.

Programas de control parental

Windows Vista dispone de un control parental que permite seleccionar los programas que se podrán usar y los sitios web que los niños no pueden visitar

Lo mismo sucede en el caso de Mac Os X, que ayuda a bloquear sitios web para que no se pueda navegar por ellos, o establecer límites de tiempo de uso a través de un calendario. Además, ofrece un registro que guarda los sitios web que han visitado los hijos, los programas que han abierto y las personas con las que han chateado.

Monsoriu aprecia desventajas en estos sistemas integrados porque el padre debe ser el administrador del equipo, y «eso no está al alcance de la mayoría». Los niños son los administradores porque «descubren que con ese perfil pueden instalar programas» mientras que los padres se quedan como simples usuarios.

Regular el chat

Otro programa de control parental es Chat Controller, que sirve para fijar a qué horas no se permite acceder a los principales programas de mensajería instantánea (Windows Live Messenger, Yahoo! Messenger, Skype o Google Talk, entre otros). Para Linux se puede encontrar Timekpr, mediante el cual se limita el tiempo de uso diario del ordenador.

Si se compra un móvil a un menor, conviene que sea de contrato y no de prepago, porque así los padres tendrán constancia de las llamadas que realiza

Fuente: consumer.es

«La clave de Internet es regular el tiempo»

Según Carlos Pajuelo Morán, profesor de Psicología social de la Universidad de Extremadura, y miembro del departamento de Atención Temprana de la Consejería de Educación, Internet tiene «más beneficios que desventajas» para la educación de los menores. Sin embargo, admite que se dan, más que adicciones, abusos de las nuevas tecnologías. La clave, asegura es «regular el tiempo».

– Trabaja con niños en atención temprana y enseña a jóvenes de la universidad, ¿percibe cómo maduran cuando se los vuelve a encontrar a los pocos años?

– Creo que es un privilegio dar clase en la Universidad porque la inmensa mayoría está motivada. En la Universidad es distinto porque participas con tus alumnos y reflexionas con ellos, ya que la asignatura que imparto, sicología social, tiene que ver con su propio comportamiento cotidiano, sobre cómo conocemos a la gente, por qué hay personas que no caen bien o mal o sobre el enamoramiento, que es uno de los temas que más les gusta. En mi caso, ayudo a los alumnos a que hagan reflexiones sobre su propio comportamiento.

– ¿Se diferencian mucho sus alumnos de ahora respecto a los que tenía en los años noventa cuando todavía no disponían de internet?

– Yo soy un optimista y mi observación es que cada curso los alumnos que llegan son mejores que los del año anterior. Internet ha supuesto un avance espectacular para ellos y para los profesores porque facilita alcanzar los contenidos. Hace diez años hacían más trabajo de búsqueda de información, que sólo estaba en los libros. Ahora este tipo de trabajos quedarían obsoletos, ya que con dos herramientas, que son copiar y pegar, se hace un trabajo. Ahora el reto es buscar la información más actualizada y en este sentido para mí internet es una revolución y un avance. Tiene más virtudes y beneficios que problemas, otra cosa es que sólo hablemos de los problemas.

– Esta semana daba usted una charla en el instituto Castelar de Badajoz titulada ‘¿Se puede vivir sin messenger? La adicción a las nuevas tecnologías’, ¿qué cuenta?

– Mi mensaje con los alumnos y también con los padres es que internet es una herramienta positiva que nos ayuda a desarrollarnos, aunque también tenga limitaciones o desemboque en situaciones peligrosas, pero las mismas que puede conllevar conducir un coche si no se usa bien. En nuestra sociedad si unos adolescentes graban un vídeo con una pelea y la cuelgan en internet o la difunden de otro modo, esto es más noticia que si unos alumnos han sido capaces de identificar qué ríos pasan por su comunidad. Sólo trascienden las cosas malas, pero te aseguro que con internet se aprenden más cosas buenas que malas.

Regular el tiempo

– O sea, que el título es más una provocación que un reflejo de la realidad…

– Claro. Yo cuando les hablaba a estos alumnos les preguntaba ¿cuántos tienen móvil? y se reían porque tienen todos. ¿Y cuántos lo tienen apagado? Y resulta que todos lo tenían encendido aunque silenciado. ¿Qué pasa? Que se trata de una herramienta de comunicación. Lo que le ocurre a los alumnos es que con un simple toque se hacen presentes. Nosotros antes pensábamos en nuestros amigos o en nuestras parejas, pero es que ahora además dándole un toque a alguien le estás diciendo ‘pienso en ti’. Es normal que aprovechen estas cosas.

– Los datos de usuarios de redes sociales como tuenti o facebook son abrumadores, con un tiempo de uso medio de sus páginas de cuatro horas al día, ¿ha analizado este fenómeno?

– Las redes sociales están ahí y juegan un papel importante de socialización. Los adolescentes valoran tener sus grupos de referencia y poderse comunicar. Ellos están orgullosos de estar en una red social con cientos de personas que consideran sus amigos. Lo que ocurre que que generan afición, que no hay que confundir con adicción, aunque en algunos casos sí con abuso. Es su mundo particular, para ellos es gratificante estar ahí. Además, se sienten al margen del control de los progenitores. Yo doy charlas a los padres sobre este tema y les hago ver que no que es peligroso sino que quizás les quite tiempo para hacer otras cosas. En cualquier caso, los mayores deben aprender a comprender por qué este mundo de internet es tan llamativo para sus hijos. Y les pongo como ejemplo por qué en los hogares de la tercera edad cuando ponen conexión a internet la sala se llena porque todos disfrutan chateando y es que te aportan muchas cosas positivas. La clave es regular el tiempo.

– ¿Les preocupa a los padres no tener control sobre qué hay en la pantalla del ordenador de su hijo?

– Claro porque la información que a veces se da es peligrosa. Y es cierto que a veces se dan situaciones de peligro, pero igual que en la calle porque los seres humanos no somos todos bondadosos. La solución es informar a los hijos, que quieren tener su propia vida y no ser controlados. Es decir, hay que comunicarles que no toda la gente que chatea o están en las redes sociales son quienes dicen ser porque internet permite el engaño. Sólo hay que estar atentos y el padre debe decirle que si conocen a alguien que les gusta mucho no tiene que mandarle fotos o darle datos personales, pero no coartarle el uso o sentarte detrás para leer con quién hablan porque entonces empezarán a ocultar cosas.

– ¿Qué otras cuestiones preocupan hoy día a los padres en las charlas que usted les da?

– Hay una situación paradójica. Los padres actuales son los que están más preocupados por la educación de sus hijos, están muchos más formados porque hay material que da información sobre estrategias para ayudar a los hijos, desde manuales a programas de televisión. Pese a esto, esos mismos padres tienen más miedo que nunca. Antes no habían tantos temores y la cosas discurrían de forma natural. Yo creo que se debe al hedonismo y a que no queremos que nuestros hijos sufran, por eso cualquier contratiempo académico o personal de nuestros niños lo vivimos como una tragedia, no como algo normal en niños que se están desarrollando. El problema es que los padres quisiéramos que nuestros hijos se comportaran como si tuviesen 30 años. El otro problema es la comparación. Los mayores decimos constantemente ‘es que antes …’ Y no se puede comparar a los niños de ahora con los niños de antes porque la sociedad de ahora no es la de antes. Ahora, como antes, hay ventajas y desventajas, pero yo me atrevo a decir que ahora son mayores las ventajas.

– Sostiene usted que los padres de ahora son los que más se preocupan por sus hijos, en contra de otro discurso basado en que si el padre y la madre trabajan el niño pasa más tiempo solo, ¿qué opina?

– Esto es una realidad, pero cuando nuestras madres no trabajaban y estaban en casa nosotros estábamos en la calle, no bajo la estricta supervisión de ellas. Lo ideal sería estar todos juntos cuantas más horas mejor, pero es que la sociedad impone reglas a las que hay que adaptarse y esta sociedad no es peor ni mejor, es diferente.

– ¿Van muchos niños al sicólogo?

– Sí, claro, pero es bajo la siguiente óptica: en cuanto un hijo presenta un problema queremos solucionarlo con urgencia, como si fuera un problema de fontanería, pero es que los niños en su desarrollo presentan situaciones conflictivas. Los padres deben confiar en que la educación es una tarea que sembramos hoy para recoger en el futuro y hay que prepararles para cuando sean adultos.

Fuente: hoy.es

La seguridad en Internet es un problema de educación

La seguridad en Internet y las nuevas tecnologías no es un problema de tecnología, es un problema de educación, apoyo y socialización también de los progenitores.

Una encuesta muestra a los padres españoles entre los más preocupados de la Unión Europea por los peligros asociados con Internet.

Internet sólo es un instrumento, y los padres que menos lo manejan y conocen son también los más remisos a autorizar el uso de las nuevas tecnologías por parte de sus hijos.

Los niños y adolescentes españoles usan Internet y los móviles menos que el resto de los europeos. Tres cuartas partes de los adultos restringen también el uso de redes sociales, imprescindibles para la socialización cotidiana.

¿No corremos el peligro de estar creando un nuevo atraso digital? Cuando la propia Unión Europea proclama la Europa 3.0 y de las tecnologías de la información como gran apuesta de futuro económico, social y político, la brecha digital, aunque esté sustentada en buenos propósitos, resulta peligrosa.

Sólo un 6% de los chicos españoles ha pedido ayuda al sentir algún peligro de los citados. Seguramente porque lo sufren menos de lo que sugiere el alarmismo de telediarios y periódicos.

Pero también porque el analfabetismo digital se traduce en falta de ayuda y confianza. La brecha digital está en los hogares y en el colegio. Sólo un tercio de los niños usa la Red en la escuela frente a una media europea que alcanza el 57%. Los padres no saben usar programas de filtro y les falta apoyo especializado. Pero sobre todo desconocen cómo educar a sus hijos en el uso de Internet y en la vida digital que ya viven. Ahí anidala brecha digital y el verdadero desafío para el futuro.

Fuente: eldiariomontanes.es